lunes, 21 de junio de 2010

La Conciencia Superior

Este último aspecto del entrenamiento en cinco puntos parece ser el resultado y la quintaesencia de las cuatro prácticas precedentes, al mismo tiempo que la base sobre la cual se construirá el futuro trabajo del compañero de la Escuela del Despertar.

Si bien solo parece ser un resultado, este quinto aspecto del trabajo de aprendiz no supone menos prácticas y técnicas específicas. Sin embargo, aquí no se trata de desarrollar directamente estados de consciencia superior y de Presencia, sino más bien de trabajar en la eliminación de los obstáculos que lo impiden y en las recuperaciones egóticas que le suceden.

Para trabajar en este territorio estremadamente sutil correspondiente al elemento Éter, el instructor usa los recursos que la misma Gnosis pone entre sus manos.

Me parece sin embargo prematuro consignar por escrito las bases de este trabajo. Lo único que se puede decir por ahora, es que el trabajo propio de este aspecto del entrenamiento en cinco puntos no se puede realizar desde la conciencia ordinaria, tanto por parte del instructor como del aprendiz. El lugar de encuentro y de práctica es el lugar de la Presencia. Apoyándose pues en la claridad extrema de la Presencia para poder prolongar el trabajo interior. Aquí, se trata de una inmersión en apnea en el mismo corazón de su mundo interior, inmersión sostenida por una claridad de visión mucho más profunda que la de la consciencia ordinaria, ya que se desarrolla directamente gracias a la Presencia. En este trabajo, el aprendiz y el instructor operan apoyándose en poderes espirituales que la consciencia ordinaria ignora. La mirada está modificada por una cualidad penetrante de precisión extrema. Se percibe lo sutil, lo tenue, lo inaprensible que se despliega bajo la superficie visible. Un universo interior velado por el movimiento incesante de las olas exteriores que captan toda atención e impiden dicha inmersión en el corazón del oceano, dejada atrás la espuma de las apariencias, comienza a dejarse entrever. Para ésto, hace falta cierta madurez del ser que se deja atrapar menos por los reflejos sin fin de las formas mentales y se apoya “en otra parte” en la otra orilla. Porque es necesario habitar una pequeña parcela de esta Tierra Pura que no pertenece en absoluto al “devenir”,
es decir haber desarrollado cierto estado de quietud, inmovilidad, claridad, para crear la distancia que permita observar lo que escapa a la mirada común. Esta visión profunda y penetrante no es un análisis, una introspección o una reflexión en nosotros mismos, sino cierta cualidad de atención, de Presencia, límpida y luminosa. Ésta es la base del trabajo propio al quinto aspecto del entrenamiento del aprendiz. Es también una visión fulminante que rebota en el menor impulso mental, antes incluso de que éste se haya expresado enteramente, una visión que percibe este instante casi imperceptible en el que nace la sensación de identidad, donde se revela el ego; esta décima de milésima de segundo donde se muestra sin máscara.

Ordinariamente, siempre es después cuando percibimos el pensamiento o la emoción, una vez que ya se ha instalado en la consciencia. Hemos sido tomados, llevados, poseídos por ellos y solo podemos comprenderlo “retrospectivamente”, Dando una vuelta sobre nosotros mismos que deja escapar este momento del nacimiento de la ilusión. Pero en la calma y la claridad de la Presencia, vemos realmente como se forma la persona, como nace, se desarrolla, se disuelve, de instante en instante, y profundizando siempre más en ese mecanismo, todas las creencias, todas las evidencias caen y nos dejan completamente desnudos, Insondable Caballero de lo Abierto.

Esta cualidad penetrante de la consciencia está también presente durante el ritual de iniciación del aprendiz. Y si el alumno la reconoce, necesariamente es porque participa de ella.


Original de Jean-Luc Colnot.
Traducción de Francisco Hidalgo en Axis.

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